domingo, 20 de septiembre de 2015

Baptisterio de San Juan "Inspiración Divina"


El baptisterio de San Juan es una especie de iglesia ubicada en La Piazza del Duomo en Florencia,   principal por su sorprendente forma: un octágono Perfecto. La estructura de ocho lados tiene tres niveles y esta coronada por un techo bajo y blanco. Sin embargo, la forma octogonal nada tiene que ver con estética sino con el simbolismo.
Para el cristianismo, el número ocho representa renacimiento y recreación. El octágono es un recordatorio visual del octavo día, en el que los cristianos “renacían”
o “se recreaban” a través del bautismo, después de los seis que tardó Dios en construir el cielo y la Tierra y del séptimo de descanso.

Es particularmente famoso por sus tres conjuntos de puertas de bronce, Miguel Ángel había proclamado que eran tan hermosas que eran dignas de considerarse “las puertas del paraíso”.

Al entrar en el Baptisterio de San Juan es físicamente imposible no levantar la mirada. La superficie de la octogonal bóveda del baptisterio se extiende más de veinte metros de un lado al otro. Brilla y reluce como si estuviera hecha de brasas ardientes. Su bruñida superficie dorada refleja la luz ambiental de forma desigual mediante más de un millón de pequeñas piezas de mosaico de silicio cristalino tallado a mano y organizadas en seis círculos concéntricos que representan distintas escenas de la Biblia. La luz natural añade dramatismo a la lustrosa sección superior de la sala. En el legendario mosaico se representan los distintos niveles del cielo y el infierno de un modo muy parecido al de la Divina Comedia, Dante vio esto cuando niño lo que para el fue “Inspiración Divina”.



Elemento central del mosaico: cerniéndose justo encima del altar principal tiene un Jesucristo de ocho metros de altura juzgando a los salvados y los condenados. A su derecha, los honrados recibían la recompensa de la vida eterna. A la izquierda, sin embargo, los pecadores sufrían lapidaciones, ardían en estacas y eran devorados por todo tipo de criaturas. Supervisando las torturas había un colosal Satán retratado como una infernal bestia devoradora de humanos. El diablo se muestra cornudo engullendo a un ser humano por la cabeza. Las piernas de la víctima cuelgan de la boca de Satán. De las orejas de Lucifer salen dos enormes serpientes que también devoran a unos pecadores. El hecho de que Satán tuviera tres cabezas está cargado de simbolismo: le coloca en perfecto equilibrio con la gloria triple de la Santísima
Trinidad.


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