El baptisterio de San Juan es una especie de iglesia ubicada
en La Piazza del Duomo en Florencia, principal por su sorprendente forma: un octágono
Perfecto. La estructura de ocho lados tiene tres niveles y esta coronada por un
techo bajo y blanco. Sin embargo, la forma octogonal nada tiene que ver con estética
sino con el simbolismo.
Para el cristianismo, el número ocho representa renacimiento
y recreación. El octágono es un recordatorio visual del octavo día, en el que
los cristianos “renacían”
o “se recreaban” a través del bautismo, después de los seis
que tardó Dios en construir el cielo y la Tierra y del séptimo de descanso.
Es particularmente famoso por sus tres conjuntos de puertas
de bronce, Miguel Ángel había proclamado que eran tan hermosas que eran dignas
de considerarse “las puertas del paraíso”.
Al entrar en el Baptisterio de San Juan es físicamente
imposible no levantar la mirada. La superficie de la octogonal bóveda del baptisterio
se extiende más de veinte metros de un lado al otro. Brilla y reluce como si
estuviera hecha de brasas ardientes. Su bruñida superficie dorada refleja la
luz ambiental de forma desigual mediante más de un millón de pequeñas piezas de
mosaico de silicio cristalino tallado a mano y organizadas en seis círculos
concéntricos que representan distintas escenas de la Biblia. La luz natural añade
dramatismo a la lustrosa sección superior de la sala. En el legendario mosaico
se representan los distintos niveles del cielo y el infierno de un modo muy
parecido al de la Divina Comedia, Dante vio esto cuando niño lo que para el fue “Inspiración
Divina”.
Elemento central del mosaico: cerniéndose justo encima del
altar principal tiene un Jesucristo de ocho metros de altura juzgando a los
salvados y los condenados. A su derecha, los honrados recibían la recompensa de
la vida eterna. A la izquierda, sin embargo, los pecadores sufrían
lapidaciones, ardían en estacas y eran devorados por todo tipo de criaturas. Supervisando
las torturas había un colosal Satán retratado como una infernal bestia devoradora
de humanos. El diablo se muestra cornudo engullendo a un ser humano por la
cabeza. Las piernas de la víctima cuelgan de la boca de Satán. De las orejas de
Lucifer salen dos enormes serpientes que también devoran a unos pecadores. El
hecho de que Satán tuviera tres cabezas está cargado de simbolismo: le coloca
en perfecto equilibrio con la gloria triple de la Santísima
Trinidad.
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